Un comienzo humilde
Cuando tenía doce años, mi padre regresó del trabajo una noche y me aseguró que íbamos a comprar un par de bicicletas. Él y yo iríamos a un paseo en bici.
“De acuerdo, papá”, le dije.
Mientras íbamos en camino, mi papá me dijo que había conocido a alguien llamado Bevil Hogg, un sudafricano que tenía una tienda de bicicletas en Madison, Wisconsin. Bevil buscaba a alguien que estuviera dispuesto a invertir en su tienda. Yo sólo podía pensar en una bicicleta nueva y no estaba prestando atención. Compramos dos bicicletas, algunos paquetes de bicicletas y unos cuantos mapas, y mi papá me dijo que la siguiente semana saldríamos a pasear desde Beaver Lake, nuestro hogar, hasta Fond du Lac y de regreso.
Es un paseo hermoso a través de colinas y valles en la región de Kettle Moraine. Creo que nunca había manejado mi bici más de 15 kilómetros de una sola vez, y ahora íbamos a manejar 110 kilómetros en un solo día. No recuerdo mucho sobre ese viaje, con la excepción de que tuve una caída al ir sobre unas vías de tren, y que íbamos por un camino bastante concurrido durante los últimos kilómetros del primer día de repente un remolque pasó junto a mí y casi me saca volando del camino. El segundo día de nuestro viaje de dos días, nos detuvimos en un bar en las afueras de Monches. Tomé cerveza de raíz y mi papá tomó un par de cervezas antes de que volviéramos a las bicis para regresar a casa. Lo pasamos genial.